Cuando un sueño se rompe hay que construir otro, y procurar no perder la esperanza, adaptándose a la vida y lo que nos ofrece.
Para esto hay que cultivar un buén estado de ánimo, una cierta estabilidad de espíritu, aunque es normal tener caídas y bajones simpre hay que intentar levantarse y mirar al frente.
...y mirando al frente estoy, con la mochila vacía de ilusiones, sin peso y ligera de equipaje dispuésta a seguir caminando, en busca de nuevos sueños, nuevas ilusiones.
Es como si no me asustase el camino ni es esfuerzo, como si llena de energía me enfrentase a iniciar un largo viaje.
jueves, 25 de febrero de 2010
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La palabra siempre puede ser el vehículo de bellos sentimientos. Un abrazo.