Empecé a notarlo, la cerradez de mi mollera, cuando el filo del hacha y el borde de la sierra no llegaban a rozar un ápice de mi cerebro.
Posteriormente se me ocurrió la feliz idea de sumergir la cabeza entera en ácido sulfúrico...
a ver si así
(...)
bueno, y en esto estoy,
Feliz semana.